Anna Ferrer, a sus 73 años de edad, es presidenta de la Fundación Vicente Ferrer, prestigiosa ONG comprometida desde hace más de 50 años con el desarrollo y transformación de una de las zonas más empobrecidas del sur de la India: los estados de Andhra Pradesh y Telangana.

Hace 10 años tuve la enorme fortuna de conocer de primera mano el enorme legado de los Ferrer. Entonces ya había fallecido Vicente, su fundador, convertido en mito por la población local. A cambio, pude conocer a la mujer que primero le acompañaría y después daría continuidad al sueño visionario de un hombre de bien.

Anna Ferrer es ejemplo de coraje y valentía. Con tan solo 16 años se embarcó en un viaje alrededor del mundo que finalizaría en India. Allí, desarrollando la labor periodística, entrevistó a Vicente y desde ese instante no hubo vuelta atrás: lo dejó todo para unir su destino a un propósito mayor: ayudar a los que menos recursos tienen.

La Fundación Vicente Ferrer es hoy lo que es gracias al compromiso entusiasta, la capacidad organizativa, la racionalidad, la constancia, la integridad y el sentido común de esta “arquitecta de sueños imposibles”. Anna Ferrer no sólo ha trabajado para mejorar la situación de las mujeres indias, sino que ha puesto todo su empeño para que las mujeres ocupen puestos de responsabilidad dentro de la organización. Ejemplo a seguir para muchas, tal vez basten estas palabras suyas para expresar la mirada que nos ofrece y su legado:

“Si India fuera una persona, sería una mujer. Si fuera un sentido, sería una mirada. Aquí en India he aprendido a mirar más allá de lo evidente. Como mujer me emociona haber luchado junto a mujeres de la India. He visto en sus caras miradas valientes y llenas de libertad”.