Estaba destinada a no tener una gran relevancia y se convirtió en una de las reinas más famosas, con mayor impacto en la historia de España y probablemente del mundo. Es importante resaltar, además, que lo hizo en un contexto que no le era favorable, pues que una mujer reinase no era precisamente una de las predilecciones de la época. En cualquier caso, ella se encargó de romper con su ejemplo con todos los prejuicios al respecto. Supo jugar muy bien sus cartas para adaptarse a las circunstancias de la época, aprendiendo de los errores y buscando formas diferentes de conseguir resultados.

Con independencia de que algunas de sus decisiones fuesen más o menos acertadas, sin duda se trató de una figura con la clara visión de acompañar a un país en la transición de la Edad Media a la Edad Moderna. Con este foco estratégico y sentido del deber, fue una líder que, además, sabía gestionar sus emociones.

Los historiadores la han definido como perseverante, firme pero en busca de la equidad, fiel a su palabra y responsable. Probablemente Isabel sea uno de los primeros referentes de líderes valientes de género femenino en los que, salvando las diferencias de mentalidad de las épocas que nos separan, podamos encontrar un ejemplo a seguir.