Iniciamos un viaje en el que iremos presentando las competencias del líder que siempre han estado ahí pero que, con la disrupción de la tecnología y del 5G, han tenido que evolucionar para atender a las nuevas demandas de los negocios. Una de las características de este viaje es, sin duda, el destino incierto que tenemos ante nosotros. A lo largo de las últimas décadas y a pesar de crisis económicas, guerras o cualquier tipo de conflicto, hemos creído en el contexto como algo estable. Existía un razonable statu quo. Los avances se integraban en el que hacer diario de las organizaciones sin apenas darnos cuenta, a golpe de click o mail.
La imposición del entorno digital y su inevitable permanencia, nos sitúa ante un escenario nunca antes imaginado. La posibilidad de contacto directo e inmediato con todo el mundo, desde cualquier lugar, es hoy una realidad. Se erigen líderes de una forma novedosa, mediante la colaboración sinérgica entre áreas y la elegancia en la comunicación no verbal. El impacto de los mensajes deberá ser calculado con esmero por quienes quieran ser denominados líderes del siglo XXI.
Además de los eslóganes clásicos, el líder deberá, sobre todo, colaborar incesantemente con la incertidumbre y todo tipo de cambio. En clásicos budistas, aparece el término Dukkha, como un sufrimiento necesario pero inevitable en el tránsito de la vida, por lo que ningún elemento vital ni organizacional está exento de complicaciones o alteraciones inesperadas.
En muchas ocasiones, supuestos líderes se aferran al positivismo impracticable de frases motivacionales en forma de mantras sin sentido, sin dotar a sus equipos de espacios de realidad en los que poder desarrollarse. El líder actual deberá capear y adaptarse a inevitables cambios estructurales y personales dentro de un contexto que apenas alcanzamos a conocer día a día.
Si bien el 5G está modificando y modificará aún más las rutas de actuación de las organizaciones, no deja de ser una oportunidad para mostrar capacidades necesarias en el liderazgo actual como la cooperación o la gestión de equipos en remoto. De esta forma, los proyectos dejan de ser unidireccionales para convertirse necesariamente en transversales; las organizaciones alejadas de la rigidez se convierten en elementos flexibles de gestión; cualquier profesional puede tener ante sí un abanico de polivalencia nunca antes imaginado.
Finalmente, el líder del futuro será todo lo que conocemos pero, además, un colaborador de primer nivel ante cualquier entorno cambiante. Es en esa adaptación donde residirá el éxito de las organizaciones mundiales como consecuencia de las adaptaciones y logros personales.