En el mundo contemporáneo, caracterizado por su constante cambio y desafíos, el bienestar emocional surge como una prioridad casi obligatoria para individuos y organizaciones. La psicología del bienestar, tratada por muchos autores, nos enseña la importancia crítica de definir un propósito tanto en la vida personal como profesional.  Un propósito bien definido, alineado con objetivos claros y desafíos, no solo sirve como un GPS que indica nuestra dirección deseada, sino que también fortalece nuestra resiliencia, facilita el logro y promueve una profunda sensación de bienestar. 

Un propósito no es simplemente un objetivo o una meta; es la expresión de lo que consideramos más valioso y significativo en nuestras vidas. En el ámbito profesional, esto se traduce en una visión clara de nuestra carrera o nuestras aspiraciones, mientras que, personalmente, abarca nuestros deseos o visiones de una forma más amplia. Esta claridad actúa como una brújula interna, guiándonos a través de decisiones y desafíos. Los objetivos y retos asociados a nuestro propósito deberían funcionar como puntos de referencia que proporcionan motivación y sentido de progreso, de avance… En definitiva, si no sabemos dónde queremos llegar es fácil aparecer en cualquier otra parte. 

Así mismo, en un entorno global lleno de incertidumbre como el actual, la capacidad de recuperarse, la resiliencia, es más valiosa que nunca. La resiliencia no solo nos permite enfrentar y superar los desafíos, sino que también es un ingrediente esencial para perseguir nuestro propósito a largo plazo. Aquellos con un fuerte sentido de propósito se levantan después de caer y aprenden de ello, no porque sea fácil, sino porque tienen una razón convincente para hacerlo. Esta determinación es fundamental en un mundo donde el cambio es la única constante. 

Al definir un propósito y perseguirlo a través de objetivos específicos, no solo avanzamos hacia nuestra visión, sino que también experimentamos el placer y la satisfacción que provienen del logro. Este proceso de logro nos proporciona una retroalimentación positiva constante, reafirmando nuestra capacidad para influir en nuestras vidas y en nuestro entorno. Además, la claridad que acompaña a un propósito bien definido elimina la ambigüedad y la indecisión, factores que a menudo son fuentes de estrés y ansiedad. 

Quizás el beneficio más significativo de tener un propósito claro es la tranquilidad que ofrece. Saber hacia dónde nos dirigimos, comprender cuáles son nuestros objetivos y estar equipados con la resiliencia para superar los obstáculos, proporciona una profunda sensación de seguridad y bienestar emocional.  

La definición de un propósito personal y laboral no es un lujo, sino una necesidad para navegar eficazmente en el complejo mundo de hoy. Nos proporciona dirección, aumenta nuestra resiliencia, facilita el logro y ofrece tranquilidad. Al invertir tiempo y energía en descubrir y perseguir nuestro propósito, no solo mejoramos nuestra propia vida, sino que también contribuimos al bienestar colectivo.

Y , ¿sabes cuál es tu propósito? 

Anna Segarra, Directora en Talengo

 

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