En los últimos meses, una parte de las empresas cotizadas han decidido suspender, recortar o aplazar el pago del dividendo. Parece una medida lógica para que, en momentos excepcionales como el que vivimos, las empresas conserven resultados, retengan liquidez y, por tanto, preserven mejor su solvencia o sostenibilidad. Aunque se está demostrando que no es tan sencillo buscar esa liquidez al actuar por sistema sobre el dividendo.

José Ignacio Jiménez, socio de Talengo, reflexiona sobre la iniciativa del Banco Central Europeo de levantar las restricciones ante la alta penalización que está sufriendo la banca.

“El BCE ha optado por vetar el reparto de dividendo en el escenario actual vía recomendación (aunque, de facto, obligatoria con medidas punitivas de mayor requerimiento de capital a la entidad que incumpla la supuesta recomendación). El lícito racional de esta medida es no repartir dividendo y utilizar este dinero extra para aportar mayor flujo de crédito a la economía real, tan necesario en estos momentos”.