Está de sobra vigilada, y en ocasiones, puede acabar por costarle el puesto.

Este informe de huella digital, prosigue Jiménez, da la confortabilidad de que esa persona no tiene nada negativo en internet, tanto en medios como en plataformas y redes sociales. “Para ello tenemos que hacer un rastreo potente y exhaustivo de ese perfil, porque en el informe no solo incluimos lo que la persona en cuestión publica de sí misma. También tenemos que analizar y certificar lo que otros usuarios y empresas han dejado en la red”. […]
La preocupación de las organizaciones por esta situación se ha acrecentado con el paso de los años. Primero, porque las compañías, sobre todo tras la crisis, no pueden permitirse nombramientos injustificados, y una incorporación de peso tiene que estar totalmente validada y certificada. Segundo, porque la información cada vez es más accesible, “y este tipo de perfiles, que normalmente representan a grandes compañías, van a ser revisados por cualquier persona tras el nombramiento, sea por los mismos empleados de la empresa o por sus consumidores”, alega Jiménez. El caso más reciente, señala este experto, es el del exministro de Cultura, Màxim Huerta. “Es increíble que algo así no se hubiese examinado. Algo tan simple como un informe de huella digital lo habría evitado”.