Si el talento ha sido siempre clave en la trayectoria de cualquier empresa, el papel que juegan sus líderes en este momento es aún más crucial y puede significar para una compañía la diferencia entre el éxito y el fracaso o, incluso, entre su capacidad para sobrevivir o dejar de existir, engullida en poco tiempo por un competidor que aún está en la Universidad.
Una famosa frase de Jeff Bezos, fundador de Amazon, ejemplifica muy bien esta situación: “Francamente, no me preocupa la competencia tradicional. Lo que me asusta es lo que puedan estar haciendo en este momento dos tipos en un garaje“. O lo que es lo mismo: le preocupa el talento que pueda superar al que existe en su propia compañía.
En la mente de Bezos, como en la de cualquier empresario, no solamente están las ideas que puedan aportar los mejores profesionales a su organización, sino su cuenta de resultados porque los líderes y su trabajo inciden en los números de forma directa:
- El 60% de la reputación de una firma está ligado al valor y la imagen de su consejero delegado.
- Más del 50% del valor en Bolsa de la compañía también depende de él.
- Una contratación equivocada en alta dirección puede suponer pérdidas, como mínimo, de entre tres y diez veces el salario del puesto. En muchos casos, además, el coste de las oportunidades desaprovechadas en el mercado cuando el directivo no es el adecuado es incalculable.
Para las compañías, por lo tanto, resulta estratégico disponer de la persona idónea para todos aquellos puestos de alta dirección de los que dependa su cuenta de resultados y su futuro. Y, para ello, deberá ser capaz de discernir cuál es el tipo de talento que necesita porque ni todas las aptitudes son válidas para cualquier compañía y puesto, ni tampoco las oportunas aparecen necesariamente reflejadas en la hoja de vida o curriculum vitae de un profesional.
Los directivos valiosos son capaces de liderar a las empresas y conseguir que todo el equipo trabaje al unísono con un mismo objetivo, todo ello en un entorno en el que resulta cada vez más difícil competir, conquistar la fidelidad de los clientes, mantener la cultura de la innovación siempre viva, asimilar los enormes y constantes desafíos de la tecnología y crecer en un mercado en permanente cambio.
Todos estos retos requieren un liderazgo basado en los valores, en el que se aúnen experiencia con aptitud, inteligencia con emoción y un alto grado de compromiso, tanto con la empresa como con el equipo. El liderazgo de un profesional coherente e íntegro, consigo mismo y con los demás, cualidad que le convierte en único. Podríamos enumerar una serie de cualidades que debe tener el líder empresarial que nadie discutiría y que cualquier empresario suscribiría para su siguiente fichaje. Pero no es objeto de este post definir a los líderes empresariales, sino la relevancia que tiene para la empresa saber cómo encontrarlos.
Del mismo modo que ninguna compañía es igual a otra, también son diferentes todos los profesionales y, a pesar de reunir un buen número de cualidades comunes, solo a través de una búsqueda profesional, profunda y bien ejecutada, se consigue encontrar a la persona óptima para un puesto, la que se adapta como un guante al proyecto que se le propone abordar pero también a la cultura específica de la empresa en la que recala.
En esa diferenciación es donde entra en escena el executive search.