Normalmente a las mujeres que emprenden se les recomienda que se formen en cuestiones de negocio puro, como son los aspectos financieros y comerciales. Entendiendo que son temas clave para el éxito de nuevos negocios, se deja de lado un aspecto clave, que desarrollen “soft skills”. El autoliderazgo, la resiliencia, la capacidad de influencia y negociación y el desarrollo de equipos a través de la inspiración y la motivación pueden ser las habilidades clave que condicionen su éxito. Sobre todo, es muy importante que se anime a las mujeres a que desarrollen liderazgos auténticos y valientes, basados en sus propias fortalezas y que no tengan por qué imitar otros estilos.
También es recomendable que se trabaje de manera específica y holística en las barreras que a la hora de emprender existen para las mujeres, la falta de referentes, el desequilibrio en la formación tecnológica y la menor representación en todos los agentes que participan en el ciclo de emprendimiento, sobre todo en la financiación. Sería fantástico contar activamente con programas de desarrollo específicos que formen en estas temáticas y además acompañen a través del mentoring a estas mujeres en todo el proceso. Las mujeres emprenden para lograr un mayor equilibrio en sus vidas y con un fuerte sentido del propósito y del impacto para mejorar las cosas más allá de los criterios económicos y esto es algo que, una sociedad sana, no puede permitirse perderlo.