Hablar de liderazgo sin una situación crítica de por medio es igual que hablar del mar y los peces. Sólo ante situaciones difíciles el ser humano es capaz de demostrar lo que tiene dentro, y no todos lo sabemos hasta que llega el momento. Muchos somos unos perfectos desconocidos hasta para nosotros mismos.
Sólo unos pocos están llamados a liderar en tiempos de crisis, a ser ejemplo y mostrar fortaleza, templanza, generosidad e ilusión. Todo ello sin hacer ruido. Los hay que están más preocupados por darle movimiento a los dedos pulgares y quizás a demostrar lo que no son, o sencillamente no pueden ser.
Necesitamos líderes que utilicen las dos manos bien enteras, las piernas y el corazón. Líderes anónimos que no tienen tiempo de escribir un tweet y que probablemente ni saben lo que es. Gracias a Dios ya tenemos más de lo que pensamos: médicos, policías, militares, personas anónimas que se ofrecen a los demás de manera generosa.
Pero vamos a necesitar muchos más en las empresas, en la sociedad civil en general, y no te cuento en la política.
Estoy buscando líderes valientes. Si alguien sabe de ellos les ruego información, mi unicornio azul ayer se me perdió.