Hoy mi buzón de correo parece estar lleno de incidentes críticos interculturales.

Diversidad de remitentes, desde una amiga expatriada en Dubai por un amigo ¨interculturalista¨ que diseña un ¨relocation training¨ hasta los clientes sufriendo el estrés intercultural en reuniones del trabajo. Pareciera que todos necesitasen una inyección fuerte de la competencia intercultural para ellos mismos o para otros. Qué lástima que no se pueda bajar a por ella a una farmacia. La buena noticia es que se puede entrenar, aunque no en un taller de cuatro horas (ni de dos días) como les gustaría a algunos Learning & Development Managers.

Las diferencias en los estilos de comunicación, las distintas maneras de afrontar los conflictos y la percepción de tiempo (no en todos los países el tiempo es oro,… en China ves el pasado cuando miras adelante y no el futuro) no solamente no dejan de sorprender sino que incluso a veces saquan de quicio. A algunos nos frustra tener que buscar el mensaje entre lineas, otros se sienten molestos y ofendidos cuando uno dice directemante lo que piensa.
Entender el ¨software mental¨ de nuestro interlocutor que proviene de otra cultura podría parecer ser la clave del éxito, pero no lo es. Conocer y entender el marco de referncia del otro forma parte solo de una de los tres pilares de la competencia intercultural. Además de tener CONOCIMIENTOS, necesitamos ACTITUDES y HABILIDADES específicas para el contexto intercultural. Una habilidad clave es gestionar la incertidumbre, sobre todo en las situaciones en las que nos rodea la ambigüedad:  porque no sabemos qué se espera de nosotros en la nueva cultura, no conocemos las reglas del juego que son muchas veces implícitas.
¿Has pensado alguna vez en tu competencia intercultural? ¿Sabes que se puede medir?