Si crees que esto funciona, no hace falta que sigas leyendo, al final del artículo seguirás teniendo la misma opinión. En cambio, si eres escéptico, lo que viene a continuación te interesa. Veamos primero una serie de datos, racionales y científicos:

La neurociencia ha demostrado que el cerebro posee una propiedad denominada neuroplasticidad, que le permite cambiar su estructura y función de manera significativa. Podríamos pensar en el cerebro de manera similar a un músculo que con el ejercicio gana en volumen, tonificación y flexibilidad. Un ejemplo práctico que nos ayudará a entender que significa esto: se ha demostrado que los taxistas londinenses, como consecuencia de su práctica conduciendo por una ciudad tan grande y compleja, han desarrollado de manera muy superior a la habitual, una zona denominada hipocampo, relacionada con el contexto y la memoria espacial.
Similares hallazgos se han producido con virtuosos violinistas y la zona del cerebro que controla sus dedos. Más increíble aún, personas ciegas de nacimiento han desarrollado su cerebro de manera que utilizan la zona habitualmente relacionada con la visión, para ampliar su capacidad de procesar estímulos auditivos y el lenguaje.
Del ejercicio cotidiano a la intención
Hasta aquí podrían ser consecuencias directas de ejercitar determinadas zonas en la actividad real cotidiana. Pero los hallazgos van algo más allá: el cerebro puede también experimentar modificaciones como consecuencia de mensajes o imágenes generados internamente, es decir, pensamientos e intenciones.
Científicos de Harvard han comparado la evolución de un grupo de voluntarios que practicaba una rutina de piano con otro grupo de voluntarios que simplemente imaginaban tocar esa rutina. Los resultados comparativos, usando técnicas de neuroimagen sobre la zona del córtex dedicada al control del movimiento de los dedos, mostraban que ¡se había desarrollado de manera muy similar!   En resumen, hoy en día, está verificado que el cerebro puede desarrollarse como consecuencia de las experiencias al interactuar con nuestro entorno, y también como consecuencia de la pura actividad mental dirigida hacia una situación concreta.
Cómo aplicar este conocimiento desde hoy a tu profesión
De acuerdo, podemos pensar, pero y qué consecuencias puede tener eso para mi que soy directivo de una gran compañía. La consecuencia es de aplicación directa y ya la están utilizando deportistas de élite: se trata de imaginar nuestra actuación en una situación concreta de manera sistemática, al menos unas cuantas veces al día. Eso es válido tanto para perfeccionar nuestro saque en tenis como para mejorar nuestra capacidad de presentar ante grandes audiencias.
No necesitamos mucho tiempo, quizás 5-10 m. pero sí necesitamos que sea una visualización intensa y muy específica:

  • – Qué vamos a decir
  • – Cómo nos vamos a mover
  • – Qué experimentamos en nuestro cuerpo

Podemos por tanto “ensayar” de manera muy efectiva mientras vamos en un tren o en un avión, ya sea una presentación, una negociación o una conversación difícil. En cualquiera de los casos, lo que nos interesa es adoptar una postura corporal congruente, visualizar nuestra imagen teniendo éxito y generando impacto positivo en las otras personas.
Tengamos claro que, mientras lo hacemos, nuestro cerebro se ejercita de manera absolutamente “real”.