Cuando parece que ya no podemos hablar de liderazgo post COVID, sino que lo más adecuado es hablar de liderazgo con COVID, se abre un espacio de reflexión sobre cómo los líderes tienen que dibujar la reconstrucción de un futuro incierto y cómo ese enfoque condicionará a toda la humanidad.
No hay liderazgo sin resultados, eso está claro. En un momento económico complejo, las empresas tienen que garantizar la viabilidad de sus operaciones y centrarse en la eficiencia y el control de riesgos. Un rol clave para el CEO y el Consejo es la valoración de riesgos y un líder, por atender lo urgente, no debería dejar de lado lo importante, que debe seguir siendo la brújula que guíe la agenda del CEO. Y aquí entramos en la clave del liderazgo actual, la responsabilidad.
Los líderes responsables consiguen resultados de manera sostenible. Crean valor atendiendo al capital financiero pero sin desatender el capital humano y el capital social. Los tres ejes son igual de necesarios. Se nos ha olvidado que el capital es algo más que los simples números que analizamos semanalmente para ver cómo va nuestra empresa. Debemos tener en cuenta también otros aspectos, y la creación de valor sostenible debe ser el propósito que guíe todas las operaciones de una empresa.
El líder responsable ha aumentado su nivel de consciencia sobre el impacto que tiene su liderazgo en todo el sistema de stakeholders. Es un líder con un propósito claro que busca mejorar las cosas. Es un líder inclusivo, que valora y defiende la diversidad y que ha pasado de estar centrado en sí mismo a estar conectado con los demás. Ha hecho una elección consciente de servicio al ecosistema por encima de su propio interés. Es un líder ético y humano que en la pandemia ha tenido que convertirse en aprendiz y liderar más allá de su conocimiento técnico experto.
Los líderes responsables destacan por mostrar grandes dosis de empatía en las situaciones vitales que se han vivido en estos últimos meses. Ha quedado demostrado que en una emergencia hay muchas fórmulas que funcionan para realizar el mismo trabajo que antes se hacía en presencial. Hoy por hoy, lo que más sentido tiene es seguir centrados en la dirección por objetivos, pero dando confianza al equipo para que se organice, dando libertad para que todo profesional trabaje en función de sus circunstancias. Un líder responsable es consciente de que la empresa sufre cuando sus profesionales lo hacen y la búsqueda de un entorno saludable es otra de sus preocupaciones.
El liderazgo en esencia es hacer lo correcto en cada momento y esta es una característica clave del líder responsable. Existe una implicación personal y un activismo comprometido con los temas que preocupan a la sociedad. El liderazgo es responsable con el ecosistema completo. Hay que dejar de pensar en clientes, consumidores y empleados y pensar en global, en personas, ciudades y sociedades. La sostenibilidad debe ser la fuerza que genere una transformación profunda.
Valores y propósito se convierten en conceptos clave, recuperamos la idea de solidaridad colectiva. Nos hemos dado cuenta de que somos vulnerables y de que nos necesitamos de verdad.
Los líderes deben analizar su día a día y ver cómo pueden ser agentes de cambio real para mejorar la vida de los demás. Se habla mucho pero se hace menos. El equipo de líderes debe pasar a la acción para transformar un sistema amortizado e injusto a través de la innovación con propósito y sentido, que corrija desigualdades.
La oportunidad que tenemos en este momento no es navegar hacia la nueva normalidad, sino crear una nueva realidad a través de un modelo responsable, sostenible, inclusivo, verde y digital. Las empresas y sociedades son mejores cuando se dan liderazgos responsables -con compasión, inclusión, honestidad y vocación de servicio-, sustentados en capacidad de innovación y visión sostenible. Hay muy buenos ejemplos que han surgido en esta pandemia, sólo hay que dejar de oír el ruido que contamina y escuchar de verdad, nos jugamos mucho. Sólo así conseguiremos resultados, pero con sostenibilidad.