A todos nos ha ocurrido que en determinados momentos, vemos una situación con preocupación y por más vueltas que le damos, no acabamos de encontrar una alternativa válida.

Es posible que acabemos cansados y frustrados. ¿Qué podemos hacer en esas ocasiones? ¿Hay alguna pauta que podamos seguir e incluso entrenar para salir rápidamente de esos estados puntuales? La buena noticia es que la hay y está sólidamente fundamentada. Veamos en primer lugar los fundamentos científicos.

Qué nos dice la Neurociencia:

Nuestras emociones y nuestra capacidad cognitiva están fuertemente condicionadas por nuestro estado corporal, especialmente en condiciones de cansancio o estrés. Particularmente en esos momentos, un análisis de una situación en la que veamos algo negativo puede inducirnos un estado emocional incómodo, lo cual a su vez estrechará nuestra capacidad de pensar en alternativas y nos hará sentir más estrés. Se inicia así una espiral negativa claramente detectada por los neurocientíficos y reflejada en la imagen A. En cambio, una apreciación abierta de opciones nos ayuda a generar posibilidades, lo cual contribuye a una emoción positiva, que a su vez realimenta positivamente el proceso, amplificándolo, tal como se refleja en la espiral B.

Qué puedo aplicar como hábito de gestión: 

Podemos sugerir varias estrategias desde tres “canales”, ya que cada uno de nosotros suele tener una lente preferida para mirar la realidad, ya sea la razón, la emoción o el instinto:

  • Desde la razón: para quienes son muy analíticos y racionales, si se sorprenden inmersos en la espiral A, pueden considerar que “si sólo estoy viendo lo negativo es que no estoy siendo objetivo”, en ese caso, ¿qué otros aspectos hay?, ¿qué encuentro positivo, o al menos neutro?. Si se trata de una negociación o de intereses aparentemente contrapuestos, ¿cuáles hay también en común?, o ¿hay algunos beneficiosos para la otra parte y neutros para mi, o viceversa? Otra alternativa es dirigir nuestra atención en otro sentido: ¿Qué es exactamente lo que te gustaría conseguir?, ¿Cuándo te gustaría conseguirlo?, ¿Cómo verás que lo has obtenido?,
  • <strong>Desde la emoción: para atemperar las emociones, podemos plantearnos las siguientes cuestiones, respecto a lo que quieres conseguir ¿qué otras situaciones similares ya has resuelto en el pasado?, ¿qué puedes aplicar a esta?, ¿con qué recursos personales ya cuentas?. Podemos también sencillamente ser conscientes de qué estamos sintiendo y “etiquetar” esa emoción. Ese sencillo acto disminuye la intensidad emocional y nos permite recuperar mayor perspectiva. Desde ahí, podemos imaginar que ya hemos conseguido lo que pretendemos y pensar entonces, qué más cambiaríamos o mejoraríamos.
  • Desde la corporalidad: para mitigar el estrés, una actividad física que suponga un “interruptor” resulta rápida y efectiva, por ejemplo dar un corto paseo y notar conscientemente la brisa fresca en la cara, o el sol en tu frente. Respirar de manera consciente con el siguiente patrón: inspirar contando 4 ó 5 segundos, realizar una pausa de la misma duración; espirar contando los mismos segundos y realizar otra pausa de la misma duración, antes de reiniciar la secuencia. Repitiendo este patrón 5 ó 6 veces, inducimos una sensación de calma. Otro recurso muy simple pero muy efectivo también puede ser recordar por unos instantes tu lugar preferido de vacaciones y reconectar con lo que para ti representa. Una vez hayamos bajado las “revoluciones” podremos volver a mirar la situación desde una perspectiva distinta

Puedes elegir la que mejor encaje con tus preferencias personales, o combinarlas. En cualquier caso, te invitamos también a probar justamente aquellas que menos familiares te resulten.