Actualmente nos encontramos inmersos en un contexto nuevo. Una situación que no habíamos vivido antes y que está suponiendo un replanteamiento de nuestros paradigmas y formas de hacer. Estamos viviendo lo que denominamos una crisis, una palabra que es sinónimo de cambio. Una crisis es un proceso de transformación donde un sistema anterior ya no puede permanecer por más tiempo y tiene que ser sustituido por otro.

En este periodo, hemos vivido un confinamiento y muchos continuamos trabajando en un modelo principalmente de trabajo en remoto. Muchas personas hemos tenido que adaptarnos a vivir recluidas en nuestras casas, a convertirnos de la noche a la mañana en “expertos digitales por obligación”, a conciliar y a adaptar nuestras formas de trabajo al mundo en remoto. Las bases de la confianza y el conocimiento de los demás son mucho más importantes que antes. Curiosamente, nos hemos dado cuenta de la importancia que ha supuesto que en la distancia estemos más cerca de las personas, de los otros, y de cómo la tecnología que anteriormente era en muchos casos una barrera a la generación de conexiones humanas, ha cambiado su rol para convertirse en el facilitador para que estas ocurran.

En este contexto, una de las claves principales para la gestión personal pasa por el apoyo emocional que encontramos en nuestras redes de contactos, ya sean personales o profesionales. En todos aquellos familiares, amigos, colegas, proveedores y clientes que están presentes en la distancia, a los que apoyamos y que nos apoyan, a la vez que nos ayudan a entender y empatizar con nuestra situación y la que están viviendo los demás.

Ahora más que nunca se hace imprescindible conectar con las personas, mantener una estrecha relación y generar vínculos que vayan más allá de lo puramente transaccional. Es el momento de reforzar nuestras redes de contactos y el mejor vehículo para hacerlo es la reciprocidad, es decir, dar sin esperar nada cambio. Cuando das, se genera una necesidad de respuesta, de devolución o compensación por algo que has recibido previamente. Este es uno de los grandes beneficios de generar networking.

Las redes de contacto son un mecanismo de conexión humana que genera valor pero, para que realmente sea productivo, se tiene que fundamentar en este principio de reciprocidad. Delo contrario, la otra persona puede sentirse utilizada y eso rompe inmediatamente la posibilidad de generar un vínculo de confianza.

Además, hemos visto cómo las nuevas formas de trabajo en remoto nos han hecho ganar consciencia de la importancia de tener una relación y una conexión personal fuerte con las personas con las que nos relacionamos. Se ha convertido en más importante si cabe, haber generado una relación de confianza, conocer cómo es la otra persona y qué necesita, tener el conocimiento y los contactos de las personas adecuadas que nos ayuden a ser efectivos en nuestro día a día y poder conseguir así nuestros objetivos personales.

Si algo nos ha enseñado esta crisis es que no podemos dar por sentado lo que ya conocíamos y que necesitamos un modelo de relaciones personales consolidadas que nos ayuden a todos en este proceso de cambio para poder enfrentarnos a nuestros nuevos retos. Siendo esto así:

¿Para qué esperar a dar el primer paso para reforzar nuestras redes de contacto?